Abogado especialista en despido improcedente
Publicado el 09 de noviembre de 2025
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Índice
Qué es despido improcedente
Cuando una empresa extingue un contrato de trabajo debe apoyarse en una causa válida y cumplir una serie de requisitos formales. Hablamos de despido improcedente cuando el empresario no logra acreditar la causa legal o incumple requisitos esenciales de forma que se vulnera el procedimiento. En la práctica, el despido improcedente es el escenario más habitual cuando la empresa no ha articulado bien la carta de despido, no ha recabado pruebas suficientes o ha abusado de motivos genéricos (como “bajo rendimiento” sin indicadores objetivos) que no resisten el examen jurídico. Para el trabajador, el reconocimiento de la improcedencia abre dos vías: la readmisión en su puesto (con pago de salarios de tramitación en ciertos supuestos) o la extinción definitiva con derecho a una indemnización superior a la de un despido objetivo. La elección entre readmitir o indemnizar corresponde, por regla general, a la empresa, salvo casos de representación legal de trabajadores o vulneración de derechos fundamentales, donde el régimen cambia de forma sustancial.
Un abogado especialista en despido improcedente analiza de inicio la carta de despido y el expediente interno, contrasta la cronología, identifica defectos formales (falta de precisión de hechos, fechas, hechos no contemporáneos, inexistencia de comunicación previa, ausencia de entrega de documentación) y evalúa si concurre causa real. La calificación de improcedencia puede lograrse por meras infracciones formales —por ejemplo, no poner a disposición la indemnización en el despido objetivo— o por falta de pruebas sustantivas para sustentar el incumplimiento alegado. La consecuencia económica de la improcedencia es clave: la indemnización se calcula en función de la antigüedad, salario regulador y tramos normativos.
Idea clave: si la carta de despido no es concreta y verificable, o la empresa no demuestra la causa, tu despido puede ser declarado improcedente, con efectos económicos favorables.
Cómo saber si tu despido es improcedente
Para valorar si un despido es improcedente se revisan, por un lado, los requisitos formales de la carta y, por otro, la existencia y prueba de la causa. La carta debe describir hechos concretos, fechas, conductas y su conexión con la extinción; no basta con invocar fórmulas vagas. En los despidos disciplinarios, por ejemplo, es esencial que el texto permita al trabajador defenderse con precisión. Si la carta llega sin detalle, o en idioma que el trabajador no comprende, o no se entrega de forma acreditable, aparecen sombras de improcedencia. Asimismo, hay que revisar si la empresa ha seguido los protocolos internos (investigación previa, entrevistas, registros) y si ha guardado la proporcionalidad en la sanción.
En los despidos objetivos (económicos, técnicos, organizativos o de producción), la empresa debe justificar la causa con datos: caída de ventas, pérdidas, cambios organizativos verificables, amortización del puesto, etc. Además, suele ser imprescindible respetar preavisos y poner a disposición la indemnización legal. La omisión de estos elementos apunta a improcedencia. Finalmente, hay que evaluar la discriminación y la posible lesión de derechos fundamentales (embarazo, reducción de jornada por cuidado, represalias por reclamar derechos, etc.); en esos casos, el despido puede ser nulo, con readmisión obligatoria.
- ¿La carta detalla hechos, fechas y pruebas?
- ¿Se respetaron preavisos y formalidades?
- ¿Existen informes, actas o métricas objetivas que sustenten la causa?
- ¿Concurren circunstancias protegidas (embarazo, lactancia, reducción de jornada)?
Una auditoría inicial por un abogado laboralista identifica rápidamente defectos que convierten un despido en improcedente o incluso en nulo.
Plazos y primeros pasos estratégicos
El tiempo es decisivo. Tras recibir la carta de despido, conviene actuar con método. Primero, conserva toda la documentación: carta, correos, evaluaciones, nóminas, anexos, comunicaciones internas y cualquier elemento probatorio. Segundo, no firmes conforme si no estás de acuerdo; puedes firmar “no conforme” para dejar constancia. Tercero, solicita tu certificado de empresa y finiquito, y comprueba importes y conceptos. Cuarto, contacta con un abogado especialista en despido improcedente para valorar la vía de conciliación y la eventual demanda judicial.
En la mayoría de comunidades autónomas, la reclamación por despido exige una papeleta de conciliación previa ante el servicio de mediación (por ejemplo, SMAC). Este trámite interrumpe los plazos para demandar y abre una ventana de negociación. La preparación de la papeleta debe ser estratégica: identificación precisa de la empresa, hechos, petición de improcedencia y cantidades orientativas. En paralelo, conviene gestionar la prestación por desempleo si procede, sin que ello perjudique la acción judicial. Recordatorio: los plazos para impugnar el despido son breves; perderlos puede cerrar la puerta a la reclamación.
Checklist inmediato: guardar pruebas, firmar “no conforme”, calcular plazos, presentar papeleta de conciliación y definir objetivos de negociación (readmisión o indemnización).
Indemnización, finiquito y salarios
Distinguir indemnización y finiquito es crucial. La indemnización compensa la extinción y varía según la calificación del despido. En la improcedencia, el cálculo toma como base el salario regulador y la antigüedad, aplicando los tramos correspondientes. El finiquito reúne conceptos devengados pendientes: vacaciones no disfrutadas, pagas extra prorrateadas, horas, complementos, etc. Además, pueden existir salarios de tramitación en supuestos concretos de readmisión. Un abogado laboralista revisa cada concepto, detecta errores frecuentes (como excluir variables salariales habituales o mal fijar la antigüedad) y defiende el mejor salario regulador posible, que es determinante en el monto final.
A efectos prácticos, conviene simular escenarios antes de la conciliación: si la empresa opta por indemnizar, ¿qué cifra es razonable?, ¿existen incentivos fiscales o límites? También cabe pactar otros términos: carta de recomendación, mejora del finiquito, renuncia a acciones (con el debido asesoramiento), mantenimiento de beneficios hasta una fecha o compromisos de no competencia bien delimitados. Documentar y cuadrar cifras por escrito es indispensable para evitar conflictos posteriores con Seguridad Social o Hacienda, especialmente cuando se pactan ceses de mutuo acuerdo tras un despido discutido.
- Revisa el salario regulador (incluye variables habituales).
- Comprueba vacaciones, pagas extra y complementos en el finiquito.
- Valora efectos fiscales y de prestaciones por desempleo.
Conciliación ante el SMAC
La conciliación administrativa (SMAC o equivalente autonómico) es el primer gran momento de la estrategia. Es una audiencia breve, pero con impacto: muchas empresas prefieren cerrar el conflicto aquí para evitar costes, riesgos reputacionales y la incertidumbre del juicio. La clave es llegar con la papeleta bien planteada, un cálculo de indemnización sólido y una narrativa clara de los defectos formales o de la falta de causa. Tu abogado negociará con la empresa —antes y durante el acto— para explorar salidas que equilibren rapidez y cuantía.
En esta fase se establecen actas con valor jurídico. Si hay acuerdo, quedará reflejada la indemnización, la fecha de efectos, las cotizaciones y cualquier otro extremo pactado. Si no hay acuerdo, se expedirá sin avenencia y se abrirá camino a la demanda. Conviene acudir con expectativas realistas, pero firmes; las propuestas deben sustentarse en la probabilidad de éxito en juicio. Un buen dossier de pruebas (correos, evaluaciones, testigos, métricas) aumenta el poder de negociación. Además, puede explorarse la readmisión como alternativa, con garantías de no represalia y plan de reincorporación.
Consejo: define un rango objetivo (mínimo aceptable y objetivo ideal) y una lista de elementos no monetarios que agreguen valor al acuerdo.
Demanda judicial y juicio laboral
Si la conciliación fracasa, el siguiente paso es la demanda por despido ante el Juzgado de lo Social competente. La demanda sintetiza los hechos, invoca la calificación de improcedencia (o nulidad, si procede) y concreta las pretensiones: readmisión o indemnización y abono de cantidades. A partir de ahí, el procedimiento incluye fase de señalamiento, posible vista y práctica de la prueba. La empresa deberá acreditar la causa alegada; el trabajador, en cambio, debe desmontar su credibilidad o acreditar indicios de vulneración de derechos. La carga de la prueba y la coherencia de los hechos son determinantes.
En juicio, el abogado especialista organiza la teoría del caso, prepara testigos y periciales, propone oficios (por ejemplo, a la Seguridad Social o a la empresa para aportar documentos) y sostiene un relato claro. La sentencia puede declarar el despido procedente, improcedente o nulo. La improcedencia abre la opción empresarial de readmitir o indemnizar; la nulidad obliga a readmitir y abonar salarios de tramitación. Tras sentencia, caben recursos en supuestos tasados. La preparación minuciosa de la documentación y la coherencia temporal de los hechos (cronología) suelen marcar la diferencia entre un mal y un buen resultado.
- Estrategia probatoria coherente y cronológica.
- Relato claro y documentos clave preparados.
- Plan B: escenarios de acuerdo incluso el día del juicio.
Pruebas, estrategia y negociación
La prueba sustenta la calificación de improcedencia. Documentos como evaluaciones, comunicaciones de objetivos, registros de jornada, e-mails, actas disciplinarias, políticas internas y hojas de encargo pueden desmontar la versión empresarial. También son valiosos los testigos (compañeros que hayan presenciado hechos relevantes) y la prueba pericial en supuestos técnicos (rendimiento, productividad, organización). Es crucial respetar la legalidad en la obtención de pruebas: no se deben vulnerar derechos de terceros ni utilizar grabaciones ilícitas. Las grabaciones propias en las que uno participa suelen admitirse; sin embargo, conviene que tu abogado revise cada caso para evitar nulidades probatorias.
En cuanto a la negociación, un enfoque efectivo combina solidez jurídica y coste-resultado. Se presenta a la empresa un mapa de riesgos: probabilidad de improcedencia o nulidad, costes salariales, tiempos del juzgado y efecto reputacional. Sobre esa base, se formula una propuesta con márgenes realistas y condiciones claras. La temporalidad de las ofertas también influye: propuestas que caducan al cierre de la conciliación o antes de la vista incentivan el acuerdo. La redacción del acuerdo debe ser precisa para evitar futuras reclamaciones: desglose de importes, conceptos, fechas de pago y renuncias válidas.
Tips prácticos: ordena tus pruebas en una cronología; prepara un índice; crea un resumen ejecutivo de 1–2 páginas con hechos, peticiones y cálculos. Facilita el trabajo del negociador.
Casos especiales y situaciones sensibles
Existen situaciones en las que la protección es mayor y el análisis técnico cambia. Por ejemplo, el despido de trabajadoras embarazadas, durante la lactancia o con reducción de jornada por cuidado de hijos, goza de especial tutela: si se produce sin causa ajena al embarazo o al ejercicio de sus derechos, puede declararse nulo. También merecen atención los despidos tras bajas médicas prolongadas, los vinculados a denuncias internas (whistleblowing) o a reclamaciones de derechos laborales; en estos casos, pueden desplegarse indicios de represalia que activan inversiones de la carga de la prueba. Los procesos colectivos o reestructuraciones (ERTE/ERE) introducen reglas y garantías específicas.
Los altos cargos y directivos presentan particularidades contractuales (pactos de no competencia, golden parachutes, regímenes retributivos variables) que exigen una negociación fina. En pymes, es frecuente que el problema resida en la formalización deficiente de la relación laboral: falta de descripciones de puesto, objetivos difusos o políticas disciplinarias inexistentes. En todos los supuestos, la intervención temprana de un abogado especialista en despido improcedente ayuda a encauzar el caso, minimizar riesgos y maximizar el resultado, tanto si el objetivo es la readmisión como si se busca la mejor indemnización posible con un cierre ordenado.
- Embarazo, lactancia y reducciones de jornada: reforzar indicios y pedir nulidad cuando proceda.
- Represalias por reclamaciones: trazar cronología y comunicaciones.
- Altos cargos: revisar anexos, bonus, objetivos y cláusulas de salida.
Preguntas frecuentes
¿Qué plazo tengo para impugnar un despido improcedente? El plazo para iniciar la reclamación es breve. Debes presentar la papeleta de conciliación cuanto antes para interrumpir los días hábiles y reservar la acción judicial. Actuar rápido facilita negociar y evita perder derechos.
¿Puedo firmar la carta y aun así reclamar? Sí. Firmar “recibí” o “no conforme” no impide impugnar. Lo relevante es que no firmes conformidad plena si no estás de acuerdo. Guarda copia y todo lo que te entreguen.
¿Qué diferencia hay entre finiquito e indemnización? El finiquito liquida conceptos ya devengados (vacaciones, pagas extra, etc.). La indemnización compensa la extinción y depende de la calificación del despido y del salario regulador. Son partidas distintas y compatibles.
¿Es mejor buscar acuerdo en SMAC o ir a juicio? Depende del caso. Si la empresa teme la improcedencia y tus pruebas son fuertes, el SMAC puede cerrar con buena cifra en poco tiempo. Si la oferta es baja y el caso es sólido, el juicio puede mejorar el resultado, asumiendo tiempos y riesgos.
¿Qué pasa si el despido vulnera derechos fundamentales? Podría declararse nulo, con readmisión obligatoria y abono de salarios de tramitación, además de posibles indemnizaciones adicionales por daños. La estrategia y la prueba deben enfocarse a acreditar indicios de vulneración.
Si te han despedido, reúne documentación, anota fechas y contacta con un abogado laboralista. Una revisión rápida puede cambiar el rumbo de tu caso.