Despido por bajo rendimiento: defensa en juicio

Despido por bajo rendimiento: defensa en juicio

Publicado el 05 de octubre de 2025


📖 Tiempo estimado de lectura: 7 min

Qué es el despido por bajo rendimiento

El despido por bajo rendimiento es una decisión empresarial que se fundamenta en la supuesta disminución sostenida y objetiva del desempeño del trabajador respecto a los estándares razonables del puesto. No se trata de una mera percepción subjetiva, ni de descensos puntuales asociados a picos de trabajo o incidencias aisladas. Para que sea válido, deben concurrir criterios medibles, comparables y consistentes en el tiempo, así como comunicación previa al empleado de las expectativas y de las eventuales desviaciones detectadas.

Desde la perspectiva del trabajador, la clave reside en analizar si realmente existían objetivos claros, alcanzables y conocidos; si la empresa proporcionó los medios necesarios (formación, herramientas, apoyo técnico); y si se aplicaron de forma homogénea al equipo criterios de medición y evaluación. De lo contrario, el despido por bajo rendimiento puede ser impugnable por falta de proporcionalidad, ausencia de causa real o defecto formal en la carta de despido.

Idea fuerza: el bajo rendimiento debe ser objetivo, continuado, significativo y imputable al trabajador, no fruto de una mala organización, cambios improvisados o cargas de trabajo imposibles.

Asimismo, conviene distinguir entre el bajo rendimiento como causa disciplinaria y la ineptitud sobrevenida: mientras la primera sanciona la falta de diligencia o el desempeño deficiente respecto del estándar, la segunda alude a la pérdida de aptitudes para el puesto. En ambos supuestos, la empresa debe justificar con precisión la causa, ofrecer evidencias y respetar los derechos de información y defensa del trabajador.

Pruebas y métricas para la defensa

Una defensa eficaz ante un despido por bajo rendimiento se apoya en evidencias cuantitativas y cualitativas. En primer lugar, recopila toda la documentación que muestre objetivos y su evolución: informes mensuales, cuadros de mando, CRM, hojas de horas, tickets resueltos, llamadas atendidas, ventas cerradas o entregables aprobados. En segundo lugar, contrasta esos datos con circunstancias del periodo: bajas en el equipo, picos estacionales, incidencias técnicas, turnos rotativos o carteras de clientes reducidas. Este “contexto operativo” puede explicar desviaciones sin que exista una falta real de diligencia.

Las métricas deben leerse con criterio: ¿hubo cambio de producto, de canal o de zona? ¿Se alteraron objetivos a mitad de ciclo? ¿Se ponderaron adecuadamente tareas no comerciales (soporte, formación, onboarding de nuevos clientes)? Si la empresa mide solo un KPI y obvia el resto de aportaciones, la fotografía es incompleta. También conviene revisar la comparativa homogénea: comparar con perfiles equivalentes, misma antigüedad, recursos y territorio.

Documentos útiles: evaluaciones de desempeño, emails con objetivos, actas de reuniones, reportes del CRM, partes de trabajo, tickets de soporte, evidencias de falta de medios o de formación pendiente.

En ocasiones, un informe pericial ayuda a reinterpretar resultados y a demostrar que el rendimiento estaba dentro de parámetros normales si se ajusta por factores exógenos. La pericia en análisis de datos, estadística descriptiva y benchmark sectorial puede ser definitiva para desmontar narrativas simplistas de “bajo rendimiento” construidas ex post.

Respuesta estratégica a la carta de despido

La carta de despido es el documento nuclear que delimita el debate judicial. Una respuesta estratégica comienza con su lectura crítica: ¿individualiza hechos?, ¿aporta periodos y cifras?, ¿explica el estándar esperado?, ¿cita advertencias previas o planes de mejora? Si detectas vaguedades, incongruencias o omisiones, consérvalas: no podrán subsanarse en juicio con hechos nuevos que no figuren en la carta.

Acto seguido, organiza la documentación de descargo y prepara una cronología clara de eventos, objetivos asignados y condicionantes del puesto. Si hubo cambios organizativos, incidencias técnicas o falta de recursos, identifícalos con fechas. Responder por escrito, cuando sea oportuno, permite fijar posición y solicitar a la empresa copia de evaluaciones, métricas y comunicaciones internas que justifiquen la decisión. Esta solicitud, aun si no es atendida, demuestra diligencia y facilitará peticiones probatorias en juicio.

  • Conserva copia de la carta y del finiquito; revisa plazos de impugnación.
  • Evita firmar “conforme” a cifras no verificadas; puedes firmar “recibí”.
  • Solicita de inmediato la documentación base de la alegada causa.

Finalmente, valora vías de solución temprana (conciliación) sin renunciar a tus derechos: una negociación bien fundada en datos y en los riesgos procesales de la empresa puede traducirse en indemnizaciones más favorables o en acuerdos de readmisión con plan de mejora realista.

Estrategia procesal en juicio laboral

La estrategia procesal combina orden probatorio, claridad narrativa y solidez técnica. El hilo conductor debe ser sencillo: los objetivos no eran claros o alcanzables; el desempeño estaba dentro de lo razonable en el contexto; la empresa no aportó medios, ni seguimiento ni advertencias previas; la carta carece de concreción. Sobre esa base, estructura la prueba documental (cronología, métricas, comunicaciones) y la testifical (superiores y compañeros que acrediten el contexto real del trabajo).

Cuida la coherencia: evita dispersión de argumentos y reserva la prueba pericial para aspectos técnicos (interpretación de KPI, benchmarking, simulaciones de objetivos con variables de corrección). En sala, prioriza la pedagogía: explicar de forma didáctica cómo el KPI aislado no refleja el conjunto de funciones, o cómo un cambio en el mix de clientes afecta a la conversión.

Puntos clave en juicio: impugnación de documentos genéricos, objeción a preguntas sugestivas, orden de interrogatorio que resalte incongruencias de la empresa, y conclusiones que conecten cada prueba con la tesis central de improcedencia.

Si el tribunal aprecia desproporción o inexistencia de causa suficiente, declarará el despido improcedente. Una preparación minuciosa y un relato consistente aumentan sensiblemente las probabilidades de éxito.

Indemnización, salarios de tramitación y costes

Cuando el despido por bajo rendimiento se declara improcedente, la empresa elige entre readmitir o indemnizar. Para el trabajador, es vital calcular correctamente la cuantía, revisar el salario regulador (fijo, variable consolidado, pluses) y verificar antigüedad y periodos de suspensión. La defensa debe acreditar los conceptos salariales habituales para evitar minusvaloraciones. Los salarios de tramitación, en su caso, dependen de la opción de readmisión y de los tiempos del proceso.

La estrategia de negociación utiliza el riesgo probatorio de la empresa y los impactos reputacionales. Si el estándar de rendimiento no era claro, si faltaron advertencias o si hubo objetivos cambiantes, el escenario de improcedencia gana fuerza. Con números claros, resulta más sencillo cerrar acuerdos antes de la vista.

  • Revisa nóminas, variables y bonus promediados en periodos representativos.
  • Comprueba si existen mejoras voluntarias o pactos individuales que integren salario.
  • Valora tributación e implicaciones de prestaciones por desempleo.

Una proyección transparente de escenarios (victoria, acuerdo, riesgo) facilita decisiones informadas y evita sorpresas en la fase de ejecución de sentencia.

Casos frecuentes y errores de la empresa

Entre los patrones habituales destacan los despidos por bajo rendimiento tras reestructuraciones, cambios de objetivos trimestrales no comunicados o traslados de cartera de clientes. Muchas cartas son genéricas: no aportan cifras, mezclan periodos o atribuyen al trabajador incidencias de logística o de producto. También se observan comparativas inadecuadas: medir a un junior con el promedio de seniors, o ignorar que parte de la jornada se dedicaba a tareas de soporte.

Otros errores clásicos: no implantar un plan de mejora real (con hitos, seguimiento y feedback), no ofrecer formación cuando se introduce una nueva herramienta, o introducir metas “estiradas” sin periodo de adaptación. En ventas, es frecuente exigir conversiones idénticas con leads de calidad desigual; en atención al cliente, medir solo número de tickets resueltos e ignorar la complejidad o el SLA.

Defensa práctica: desmonta la causalidad directa entre resultado y diligencia. Demuestra la influencia de factores externos, acredita las solicitudes de medios y deja constancia de que el estándar no fue comunicado o fue modificado sin reglas.

Detectar estos errores te permitirá orientar la negociación o el juicio hacia la improcedencia, incrementando la presión para alcanzar un acuerdo equilibrado.

Checklist de defensa: pasos y plazos

Una hoja de ruta clara aumenta tus probabilidades de éxito. Empieza por recopilar la documentación básica (contrato, anexos, objetivos escritos, evaluaciones, emails con métricas y asignaciones de tareas). Construye una cronología con hitos, incidencias y cambios de condiciones. Identifica testigos relevantes y define las peticiones de información que vas a cursar si la empresa no entrega los datos de rendimiento.

  • Revisión de la carta: concreta hechos, periodos y cifras ausentes.
  • Datos: extrae reportes del CRM, hojas de horas, tickets, ventas y KPI.
  • Contexto: anota incidencias técnicas, cambios de zona, bajas del equipo.
  • Prueba personal: define testigos y su aportación específica.
  • Pericial: valora un informe si los KPI requieren ajuste técnico.
  • Negociación: calcula escenarios y define tu mínimo razonable.

Cuida los plazos procesales y conserva comunicaciones. Una gestión ordenada de la evidencia facilita la conciliación y, si es necesario, fortalece la vista.

Preguntas frecuentes

¿Basta con no cumplir objetivos para que el despido sea procedente? No. Debe probarse una caída relevante, continuada, objetiva y atribuible al trabajador, con estándares claros y comparativas homogéneas.

¿Sirve como defensa la falta de medios o de formación? Sí, cuando se acredita que la empresa no proporcionó herramientas, soporte o tiempo de adaptación razonable para nuevos sistemas o tareas.

¿Puedo negociar antes del juicio? Sí. Una base probatoria sólida eleva tus opciones de un acuerdo favorable en conciliación, sin renunciar a la impugnación.

¿Qué pasa si la carta es genérica? La imprecisión limita la defensa empresarial: no podrán introducir hechos nuevos y el riesgo de improcedencia aumenta notablemente.

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